La propuesta norteamericana, apoyada también por Europa, limitaría las normas de la UIT a las operadoras, y dejaría fuera a empresas basadas en Internet como Facebook o Google.
La idea norteamericana reduciría las competencias de los países para controlar Internet, a lo que se oponen Rusia, algunos países árabes y africanos. Durante esta semana se continuará negociando la clave del asunto: garantizar el anonimato en la Red o dar poder a los países para censurar a su libre albedrío en Internet.
"Queremos asegurarnos de que el nuevo tratado de la UTI se centre en el sector de las telecomunicaciones", manifestó el embajador de EE UU, Terry Kramer. El diplomático tenía la esperanza de que un comité integrado por representantes de seis organismos regionales diera el martes la aprobación al texto norteamericano; pero no ocurrió así. Un portavoz de la UTI dijo que las conversaciones continuaban.
La conferencia de 12 días de la UIT enfrenta a países en desarrollo, que buscan más ingresos, y a regímenes autoritarios, que quieren más control sobre el contenido de Internet, contra Europa y Estados Unidos, que prefieren la situación actual y que, además, les va bien a las grandes empresas de Internet, prácticamente todas norteamericanas (Facebook, Google, Apple, Twitter...).
Internet no tiene un cuerpo normativo central, pero varios grupos proporcionan cierto grado de supervisión, como la ICANN, una organización sin fines de lucro con sede en EE UU que coordina los nombres de dominio y las direcciones numéricas de protocolo de Internet. Este control desde Estados Unidos no es del agrado de países no alineados, que prefieren un control directo desde las Naciones Unidas.
Los Estados Unidos también han desarrollado y usado softwaredestructivo en operaciones militares aprovechando el enrutamiento anónimo de Internet. Algunas de las propuestas que han sido impugnadas por las delegaciones de Estados Unidos y Canadá tienen como objetivo aumentar la seguridad y reducir la eficacia de este tipo de ataques, aunque Occidente y grupos de derechos humanos opinan que es un pretexto para una mayor represión.
El secretario General de la UTI, Hamadoun Touré, manifestó a la agencia Reuters la semana pasada que los cambios importantes en el tratado de 1988 solo podrían aprobarse con un "consenso" cercano a la unanimidad.
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