Toledo en la Historia
La historia se graba a fuego en la piedra, como la cultura lo
hace en el papel. Sobre ésta, la cultura de varios pueblos hablaremos
después, pero ahora nos quedamos con la Historia, la
que el paso de los siglos ha legado a la ciudad y que cada monumento,
cada callejón, cada arco en cada puerta que atraviese las murallas
refleja en cada una de sus piedras.
Prehistoria
Gracias a la arqueología se sabe desde hace varios años que hubo un poblado agrícola-ganadero en la época del Bronce situado en el Cerro del Bu, al otro lado del Tajo. Las investigaciones recientes han descubierto restos de viviendas de tipo cabañas en distintos puntos del casco histórico.
Época romana (Toletvm)
La primera mención escrita sobre Toledo data del año 192 a. C. cuando Tito Livio escribe escuetamente 'Parva urbs, sed loco munitia' -ciudad pequeña, pero bien fortificada-. Ciudad, no poblado. Era por tanto un lugar muy importante, donde la calzada que unía Caesaraugusta (Zaragoza) con Emerita Augusta (Mérida), se juntaba con el paso del Tajo hacia Hispalis y Bética, lo que favoreció su florecimiento en tiempos del imperio.
Aún se pueden ver restos de los templos, teatros, anfiteatros, una fuerte muralla así como caminos, puentes y un sistema hidráulico de abastecimiento y evacuación de aguas. Según la extensión de las ruinas del circo romano, éste podía dar cabida a cerca de 13.000 espectadores, cifra nada desdeñable en la época, a finales del siglo I d.C.
Capital del reino visigodo.
Tras las primeras incursiones germánicas, se reedificaron las antiguas murallas con objetivos defensivos; a pesar de ello en el año 411 la ciudad fue conquistada por los alanos, quienes fueron a su vez derrotados por los visigodos en el año 418. Una vez hubo vencido a su rival Agila, Atanagildo estableció su corte en la ciudad y posteriormente, con Leovigildo, se convirtió en capital del reino hispanogodo y en arzobispado, con lo que adquirió gran importancia civil y religiosa (como prueban los Concilios de Toledo). Muy cerca de Toledo, en la villa de Guadamur, se halló el Tesoro de Guarrazar, excepcional conjunto de coronas votivas de los reyes visigodos.
Durante la época visigoda, se produjeron en la ciudad numerosos concilios que pretendían limar las diferencias religiosas que atravesaban los diferentes reinados, con inclinaciones católicas y arrianas y constantes conflictos por este tipo de cuestiones, alcanzando así gran importancia como urbe episcopal y civil.
Ocupación árabe (Tolaytola).
El debilitamiento del reino visigodo y la conquista árabe, hacen caer rápidamente a la ciudad bajo dominio musulmán, que la toma por capitulación tras la huída de casi toda la población.
Toledo se convierte entonces en Tulaytula, dependiente del Califato de Córdoba. Con población mayoritaría mozárabe, la ciudad se convierte rápidamente en un foco de problemas para el emir Alhakén I, que encuentra constante resistencia en la urbe toledana para la aplicación del orden desde el lejano poder central.
La sublevación pasa por momentos virulentos, como el episodio del foso en el que fueron decapitados cinco mil toledanos, invitados a un banquete por un enviado cordobés en el que encontraron a la muerte emboscada. La endémica rebelión finaliza en época de Abd al-Rahman III y su sometimiento al reino musulmán es total.
Es cuando vivieron aquí algunos de los más grandes historiadores, médicos, matemáticos y astrónomos, entre los que destacó Abu Isaac Ibrahim, Azarquiel, autor de las llamadas Tablas toledanas, que fijaban el meridiano en Toledo. En su corte se refugió Alfonso VI antes de suceder a su hermano en el trono de Castilla.
Toledo contaba con una docena de mezquitas, varios baños y zocos. Si tenemos en cuenta que la mezquita mayor, situada en el solar de la actual catedral, debía dar cabida a todos los habitantes varones de la ciudad, podemos fácilmente imaginarnos que la población de Toledo musulmana era muy numerosa. Vivían en la ciudad también las comunidades judía y cristiana, fieles a sus religiones, aunque adoptaban árabes modos de vida. Existían, pues, iglesias y sinagogas.
Aquella época también decidió para siempre los rasgos generales del urbanismo toledano, con calles estrechas y tortuosas, adarves sin salida y casas volcadas en sus bellos patios interiores, verdaderos centros de la vida familiar y social.
Ciudad de Tres Culturas y Tolerancia
En 1085 Alfonso VI reconquistó Toledo y la convirtió en la Ciudad de las Tres Culturas y cuna de la tolerancia, ya que cristianos, musulmanes y judíos coexistían y mantenían sus costumbres, aunque no siempre faltos de algún episodio violento ocasional.
En el reinado de Alfonso X 'El Sabio' (s. XIII) la Escuela de Traductores ya se había establecido. Las traducciones de textos árabes y judíos, al mismo tiempo que las traducciones de obras griegas, hicieron de Toledo un centro intelectual europeo. De estas obras traducidas, el resto de Europa podía adquirir conocimientos de la cultura musulmana y hebrea así como sus creencias y redescubrir las enseñanzas griegas clásicas.
La calma que existía entre las tres culturas durante el siglo XIV, no obstante, empezó a desintegrarse. Comenzó a darse una investigación sobre la pureza de la sangre llevada a cabo por la Inquisición, que promulgaba la cristianización o por contra la expulsión de los no conversos. La persecución a los Judíos, provocó en los interrogadores deseos de castigar a todos aquellos que no vivieran bajo la fe cristiana, con métodos crueles. En 1492 los monarcas católicos expulsaron a casi toda la comunidad judía, que se había instalado en Toledo en el período visigodo, relengando a una pequeña porción de la población en ghettos bajo pago de impuestos.
Toledo Imperial
Consagrada como capital antaño y engrandecida por los Reyes Católicos, fue también una de las ciudades precursoras de revueltas comuneras en el s.XVI, lo que unido a la decisión posterior de Felipe II de trasladar la capitalidad a Madrid, provocó el debilitamiento del peso político y social de la ciudad.
Una época vertiginosa de crisis, epidemias y descomposición de la industria local, llevó a la ciudad a un alejamiento de la corte y la monarquía, declive que posteriormente sufrió todo el país. La Ilustración, pudo traer cierta recuperación para la urbe, motivando un pequeño resurgir de las fábricas y el comercio, pero fue algo leve que no supuso cambio durante el siglo posterior, rasgando Toledo con profundas heridas durante las guerras de Sucesión e Independencia.
Desarollo industrial y modernidad
Durante el siglo XIX Toledo experimentó un crecimiento rápido gracias a la incorporación de las vías del ferrocarril, así como por la instalación del suministro de agua y de centrales de energía eléctrica sobre el río Tajo.
Tras la Guerra Civil ya que en el siglo XX, la ciudad comienza a expandirse fuera de las murallas y actualmente, como capital de Castilla-la Mancha y declarada por la UNESCO como Ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1986, emprende con vital energía una nueva etapa en su Historia.
Prehistoria
Gracias a la arqueología se sabe desde hace varios años que hubo un poblado agrícola-ganadero en la época del Bronce situado en el Cerro del Bu, al otro lado del Tajo. Las investigaciones recientes han descubierto restos de viviendas de tipo cabañas en distintos puntos del casco histórico.
Época romana (Toletvm)
La primera mención escrita sobre Toledo data del año 192 a. C. cuando Tito Livio escribe escuetamente 'Parva urbs, sed loco munitia' -ciudad pequeña, pero bien fortificada-. Ciudad, no poblado. Era por tanto un lugar muy importante, donde la calzada que unía Caesaraugusta (Zaragoza) con Emerita Augusta (Mérida), se juntaba con el paso del Tajo hacia Hispalis y Bética, lo que favoreció su florecimiento en tiempos del imperio.
Aún se pueden ver restos de los templos, teatros, anfiteatros, una fuerte muralla así como caminos, puentes y un sistema hidráulico de abastecimiento y evacuación de aguas. Según la extensión de las ruinas del circo romano, éste podía dar cabida a cerca de 13.000 espectadores, cifra nada desdeñable en la época, a finales del siglo I d.C.
Capital del reino visigodo.
Tras las primeras incursiones germánicas, se reedificaron las antiguas murallas con objetivos defensivos; a pesar de ello en el año 411 la ciudad fue conquistada por los alanos, quienes fueron a su vez derrotados por los visigodos en el año 418. Una vez hubo vencido a su rival Agila, Atanagildo estableció su corte en la ciudad y posteriormente, con Leovigildo, se convirtió en capital del reino hispanogodo y en arzobispado, con lo que adquirió gran importancia civil y religiosa (como prueban los Concilios de Toledo). Muy cerca de Toledo, en la villa de Guadamur, se halló el Tesoro de Guarrazar, excepcional conjunto de coronas votivas de los reyes visigodos.
Durante la época visigoda, se produjeron en la ciudad numerosos concilios que pretendían limar las diferencias religiosas que atravesaban los diferentes reinados, con inclinaciones católicas y arrianas y constantes conflictos por este tipo de cuestiones, alcanzando así gran importancia como urbe episcopal y civil.
Ocupación árabe (Tolaytola).
El debilitamiento del reino visigodo y la conquista árabe, hacen caer rápidamente a la ciudad bajo dominio musulmán, que la toma por capitulación tras la huída de casi toda la población.
Toledo se convierte entonces en Tulaytula, dependiente del Califato de Córdoba. Con población mayoritaría mozárabe, la ciudad se convierte rápidamente en un foco de problemas para el emir Alhakén I, que encuentra constante resistencia en la urbe toledana para la aplicación del orden desde el lejano poder central.
La sublevación pasa por momentos virulentos, como el episodio del foso en el que fueron decapitados cinco mil toledanos, invitados a un banquete por un enviado cordobés en el que encontraron a la muerte emboscada. La endémica rebelión finaliza en época de Abd al-Rahman III y su sometimiento al reino musulmán es total.
Es cuando vivieron aquí algunos de los más grandes historiadores, médicos, matemáticos y astrónomos, entre los que destacó Abu Isaac Ibrahim, Azarquiel, autor de las llamadas Tablas toledanas, que fijaban el meridiano en Toledo. En su corte se refugió Alfonso VI antes de suceder a su hermano en el trono de Castilla.
Toledo contaba con una docena de mezquitas, varios baños y zocos. Si tenemos en cuenta que la mezquita mayor, situada en el solar de la actual catedral, debía dar cabida a todos los habitantes varones de la ciudad, podemos fácilmente imaginarnos que la población de Toledo musulmana era muy numerosa. Vivían en la ciudad también las comunidades judía y cristiana, fieles a sus religiones, aunque adoptaban árabes modos de vida. Existían, pues, iglesias y sinagogas.
Aquella época también decidió para siempre los rasgos generales del urbanismo toledano, con calles estrechas y tortuosas, adarves sin salida y casas volcadas en sus bellos patios interiores, verdaderos centros de la vida familiar y social.
Ciudad de Tres Culturas y Tolerancia
En 1085 Alfonso VI reconquistó Toledo y la convirtió en la Ciudad de las Tres Culturas y cuna de la tolerancia, ya que cristianos, musulmanes y judíos coexistían y mantenían sus costumbres, aunque no siempre faltos de algún episodio violento ocasional.
En el reinado de Alfonso X 'El Sabio' (s. XIII) la Escuela de Traductores ya se había establecido. Las traducciones de textos árabes y judíos, al mismo tiempo que las traducciones de obras griegas, hicieron de Toledo un centro intelectual europeo. De estas obras traducidas, el resto de Europa podía adquirir conocimientos de la cultura musulmana y hebrea así como sus creencias y redescubrir las enseñanzas griegas clásicas.
La calma que existía entre las tres culturas durante el siglo XIV, no obstante, empezó a desintegrarse. Comenzó a darse una investigación sobre la pureza de la sangre llevada a cabo por la Inquisición, que promulgaba la cristianización o por contra la expulsión de los no conversos. La persecución a los Judíos, provocó en los interrogadores deseos de castigar a todos aquellos que no vivieran bajo la fe cristiana, con métodos crueles. En 1492 los monarcas católicos expulsaron a casi toda la comunidad judía, que se había instalado en Toledo en el período visigodo, relengando a una pequeña porción de la población en ghettos bajo pago de impuestos.
Toledo Imperial
Consagrada como capital antaño y engrandecida por los Reyes Católicos, fue también una de las ciudades precursoras de revueltas comuneras en el s.XVI, lo que unido a la decisión posterior de Felipe II de trasladar la capitalidad a Madrid, provocó el debilitamiento del peso político y social de la ciudad.
Una época vertiginosa de crisis, epidemias y descomposición de la industria local, llevó a la ciudad a un alejamiento de la corte y la monarquía, declive que posteriormente sufrió todo el país. La Ilustración, pudo traer cierta recuperación para la urbe, motivando un pequeño resurgir de las fábricas y el comercio, pero fue algo leve que no supuso cambio durante el siglo posterior, rasgando Toledo con profundas heridas durante las guerras de Sucesión e Independencia.
Desarollo industrial y modernidad
Durante el siglo XIX Toledo experimentó un crecimiento rápido gracias a la incorporación de las vías del ferrocarril, así como por la instalación del suministro de agua y de centrales de energía eléctrica sobre el río Tajo.
Tras la Guerra Civil ya que en el siglo XX, la ciudad comienza a expandirse fuera de las murallas y actualmente, como capital de Castilla-la Mancha y declarada por la UNESCO como Ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1986, emprende con vital energía una nueva etapa en su Historia.
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