jueves, 6 de febrero de 2014

La mano robótica


Científicos europeos dotan de tacto a una prótesis manual

A un danés de 36 años, le han devuelto la esperanza después de que hace casi diez años perdiera su mano izquierda en un accidente ocurrido con la manipulación de fuegos artificiales en unas vacaciones en familia. Gracias al entramado de alambres, que forman parte de una prometedora prótesis artificial, este paciente se ha convertido en el primer amputado del mundo capaz de controlar su nueva mano en tiempo real. Como argumenta un investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) al comentar este experimento, Eduardo Rocon, una cosa es que el cerebro envíe señales a la mano biónica para que coja, por ejemplo, un vaso y otra que la prótesis envíe información al cerebro para modular la fuerza con la que se sostiene según qué objeto. No es lo mismo sostener un vaso de cristal que uno de plástico.

El mecanismo que ha estrenado Dennis, desarrollado por Silvestro Micera y un grupo de expertos de Suiza de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), en Suiza, y Escuela Superior Santa Anna (SSSA), en Italia, es mucho más complejo y consigue resultados más espectaculares. Para empezar, requirió una intervención quirúrgica de siete horas (que tuvo lugar el 26 de enero del año pasado), señalan los científicos. Durante este tiempo, un equipo de médicos supervisados por Paolo Maria Rossini en el Hospital Gemelli (Italia) implantaron una serie de electrodos en los nervios periféricos del brazo del paciente.
Por otro lado, "la mano artificial tiene varios sensores unidos a cada tendón de cada dedo", comenta Micera. La idea era "usar estos sensores para comprender el nivel de fuerza que el paciente ejerce cuando agarra un objeto" y en función de si es necesaria más o menos intensidad, enviar una señal eléctrica para estimular los nervios sensoriales con el objetivo de modular dicha fuerza para completar diferentes acciones en tiempo real.

Se trata de crear una especie de canal directo de información entre el cerebro de la persona y la prótesis y, en vista de los resultados, no es ciencia ficción, sino real. De hecho, según cuenta Dennis. Podía sentir cosas que no había sido capaz de sentir en más de nueve años". En el ensayo, que transcurrió a lo largo de unas cuatro semanas, los investigadores le vendaron los ojos y le pusieron tapones en los oídos. Sin ver ni oír lo que estaba tocando, Dennis fue capaz de agarrar diferentes objetos con distinta fuerza y consiguió reconocer las formas y la consistencia. "Podía sentir si lo que cogía era blando o duro, redondo o cuadrado".

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