jueves, 23 de enero de 2014


       SEVILLA

Hablar de Sevilla es nombrar a una de las ciudades más pintorescas de España, hija del mestizaje de culturas, donde no es posible saber si pesa más la herencia islámica o posterior espíritu barroco de profunda raíz cristiana.

Es una de las grandes capitales europeas y la cuarta ciudad española en cuanto a número de habitantes se refiere.

Situada en el centro de Andalucía, la Híspalis romana ha crecido asomada a su río, el milenario Guadalquivir, y ha sido cuna de grandes hombres, pensadores y artistas: los emperadores Adriano y Trajano, Velázquez, Bécquer...

Pasear por Sevilla es realizar un viaje en el tiempo que nos transportará a las diferentes etapas históricas vividas por esta ciudad y de las cuales permanecen sus monumentos como mejores testigos. Así, el centro histórico sevillano, uno de los de mayor envergadura de Europa, alberga un sinfín de edificios religiosos y civiles de los más diversos estilos artísticos que resumen el rasgo que define a esta ciudad: el mestizaje.

Nuestro paseo para conocer los grandes tesoros que nos depara la Isbiliya musulmana bien podría comenzar en torno a la Catedral hispalense, lugar que concentra en sus alrededores los monumentos más emblemáticos de la ciudad y que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad: la propia Catedral junto a su torre campanario, la Giralda, los Reales Alcázares y el Archivo de Indias.
Entre los mayores atractivos que podemos encontrar en el edificio catedralicio, el tercer templo más grande del cristianismo tras la Basílica de San Pedro en Roma y la de San Pablo en Londres, están su gigantesco Retablo Mayor, el mayor del mundo; y los sepulcros del rey Fernando III El Santo y Cristóbal Colón. Anexa a la catedral se halla la Giralda que, con sus casi 100 metros de altura proporciona las mejores panorámicas de Sevilla.

Declaradas Patrimonio de la Humanidad, la catedral hispalense, simbiosis de los estilos arquitectónicos islámico, gótico, renacentista y barroco fue levantada sobre el solar de la antigua mezquita aljama almohade de la que se conserva el patio de abluciones, actual Patio de los Naranjos, y el alminar, la esbelta Giralda, símbolo del mestizaje de las culturas islámica y cristiana, rematada por un cuerpo de campanas renacentistas coronado por el Giraldillo, representación del triunfo de la Fe cristiana y emblema inequívoco de la ciudad.

A los pies de esta torre, en las plazas Virgen de los Reyes y del Triunfo, encontramos el barroco Palacio Arzobispal, los Reales Alcázares, vinculados con la ciudad desde la Reconquista cristiana de 1248 llevada a cabo por Fernando III El Santo; y el Archivo de Indias, sobrio edificio herreriano que fue la antigua Casa Lonja de los mercaderes y que desde el reinado de Carlos III, s. XVIII, atesora toda la documentación relativa al descubrimiento y administración de América.

En los alrededores de este conjunto monumental se localiza el barrio que quizá represente mejor el alma de la ciudad, Santa Cruz (la antigua judería). Dejarse llevar por el entramado musulmán de sus calles es la mejor manera de descubrir los detalles que hacen de él un lugar único: ventanas enrejadas rebosantes de macetas, pequeñas plazuelas como la de Doña Elvira, donde el murmullo incesante del agua invita al descanso; majestuosas casas palacio como la Casa de Murillo, el pintor barroco más representativo de la escuela sevillana; calles de apenas dos metros de ancho... Además de perderse por sus callejas, Santa Cruz ofrece la posibilidad de visitar el antiguo Hospital de los Venerables, en cuya cercana plaza esta ambientada la primera escena de Don Juan Tenorio de Zorrilla; la barroca Iglesia de Santa Cruz o la Iglesia de Santa María la Blanca, antigua sinagoga del s. XIII que acoge un interesante lienzo de Murillo, y que se encuentra situada en el corazón de la otra judería, la gran desconocida, que discurre por calles como Céspedes, Verde, Vidrio o la plaza de los Curtidores.

Muy cerca de Santa Cruz se sitúan los hermosos Jardines de Murillo, donde podremos detenernos a la sombre de sus ficus centenarios y admirar el monumento a los Descubridores, para proseguir después hasta la plaza de Don Juan de Austria, coronada con la neoclásica fuente de Las Cuatro Estaciones.

Aquí llamará nuestra atención el majestuoso edificio que albergó la antigua Real Fábrica de Tabacos, actual Universidad Hispalense, y que fue el escenario donde Prosper Mérimée se inspiró para crear su famosa Carmen.
Paralela a este edificio discurre la calle San Fernando que desemboca en la romántica fuente de la Puerta de Jerez, desde la cual se puede admirar el maravilloso conjunto formado por los palacios, jardines del Cristina, el Hotel Alfonso XIII y la capilla de Santa María de Jesús.

En este punto arranca la Avenida de la Constitución la cual nos conducirá hasta las plazas de San Francisco y Nueva, separadas entre sí por el Ayuntamiento. Este soberbio edificio es una muestra más de la mezcla artística que rige la ciudad: de un lado, la fachada principal neoclásica saluda a la estatua de Fernando III, patrón de Sevilla, en la Plaza Nueva; de otro, la fachada posterior manierista, una de las grandes obras del Renacimiento español, se asoma a la Plaza de San Francisco flanqueada por hermosos edificios regionalistas y la antigua Audiencia.

Estas dos plazas dejan paso a otra, la del Salvador, lugar de encuentro de los sevillanos durante todo el año, presidida por la iglesia homónima cuya torre y patio corresponden a la antigua mezquita de Ibn Adabbas, del s. VIII, sobre la que se levantó el templo barroco. En torno a esta populosa plaza, ideal para tapear, se concentran las calles más ambientadas de la ciudad que acogen todo tipo de establecimientos de ocio y del comercio tradicional: calle Sierpes, Tetuán, Cuna, etc. En ellas también se dan cita iglesias, palacios, conventos y museos algunos tan destacados como la capilla de San José, con un magnífico retablo barroco, el Palacio de Lebrija y el Museo de Bellas Artes, situado en la Plaza del Museo que cada domingo acoge un popular mercadillo de arte.

La zona de la Alfalfa, muy próxima a la plaza del Salvador y sede del antiguo foro de la Híspalis romana, es otra parada obligatoria en nuestro itinerario. A través de sus calles descubriremos palacios fastuosos como la Casa de Pilatos, bella muestra renacentista donde se pueden contemplar valiosas esculturas y pinturas, o como el Palacio de Mañara, en la calle Levíes, nombre que recuerda el pasado hebreo de este área; plazas como la de San Leandro, con la famosa Pila del Pato, o la del Cristo de Burgos, con su frondosa arboleda centenaria.

Muy cerca de esta plaza podemos visitar la Iglesia de Santa Catalina, una de las estampas más hermosas del mudéjar en Sevilla y que abre paso a un recorrido que nos llevará a conocer el barrio donde se concentran más templos mudéjares: la Macarena. El eje vertebrador de este paseo lo constituye la calle San Luis, en la que podemos admirar los conventos de Santa Isabel y Santa Paula, las iglesias de Santa marina y San Marcos, dos claras muestras del estilo gótico-mudéjar, y el templo de San Luis de los Franceses, máximo exponente del barroco sevillano. Al final de esta calle nos toparemos con la Basílica de la Esperanza Macarena, una de las imágenes más veneradas de la Semana Santa sevillana. Justo enfrente de ella se alza el popular arco de la Macarena, una de las puertas del lienzo amurallado almorávide que cerraba el centro histórico y del que se conserva grandes superficies en esta parte de la ciudad.

Otra visita imprescindible en este punto es el renacentista Hospital de la Sangre o de las Cinco Llagas, actual sede del Parlamento andaluz, que se sitúa frente a la muralla.
Volviendo sobre nuestros pasos, nos dirigiremos de nuevo hasta la Plaza Nueva desde la cual iniciaremos un recorrido por dos de los barrios con más sabor y tradición de la capital hispalense: el arenal y Triana. El primero se extiende desde la Avenida de la Constitución y aledaños hasta el hermoso Paseo de Colón, siendo su principal característica el ambiente taurino que se respira por sus calles ya que aquí se encuentra la mítica Plaza de Toros de la Maestranza, uno de los cosos taurinos más antiguos de España.




Otros lugares de interés que engrosan la nómina monumental de este barrio son las Reales Atarazanas, el Hospital de la Caridad, valioso museo de arte sacro, la Torre del Oro, construida en época almohade y sede del Museo Naval y el Teatro de la Maestranza, que cada año acoge la temporada de ópera.

Cruzando el Puente de Isabel II, más conocido como Puente de Triana, alcanzamos el barrio del mismo nombre, dándonos la bienvenida el busto del matador de toros Belmonte, en la castiza plaza del Altozano. Triana ha sido siempre hogar de gente humilde y sencilla, de toreros y cantaores, alfareros y marineros, y buena muestra de ello son los típicos corrales de vecinos, antiguas casas con grandes patios en las que vivían diferentes familias.

Entre sus calles más populares se encuentran la calle Betis, cuyas fachadas de colores, bares, bodegas y antiguas casas-palacio se asoman al milenario Guadalquivir; la calle pureza, llena de rejas y macetas donde es de obligada visita la Capilla de los Marineros, en cuyo interior se hospeda la Esperanza de Triana; y la calle San Jacinto, una de las más animadas de la zona.

El tipismo y la tradición de Triana son la antesala de la Sevilla más moderna, herencia de la Exposición Universal de 1992. La isla que albergaba la antigua Cartuja de Santa María de las Cuevas, actual sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, se transformaría en el recinto más innovador de la ciudad, cuyas instalaciones y edificios de diseño vanguardista albergan hoy organismos oficiales, empresas, un Parque Tecnológico, restaurantes, discotecas, teatros, hoteles e incluso facultades de la Universidad Hispalense.


Para completar una visión global de Sevilla es necesario pasear y deleitarse por el Parque de María Luisa, que debe su nombre a la Infanta María Luisa de Orleans quien donó a la ciudad parte de los jardines del Palacio de San Telmo, actual sede la la Presidencia de la Junta de Andalucía. Además del interés botánico y paisajístico del parque, dentro del recinto destacan los antiguos pabellones y glorietas erigidos para la Exposición Iberoamericana de 1929, sobresaliendo la colosal Plaza de España, que resume todos los estilos artísticos de la arquitectura española, y la de América, donde se hallan el Pabellón Mudéjar y el Museo arqueológico Provincial.

Por último, no hay nada más recomendable para llevarse una imagen que siempre perdurará en nuestra memoria, que pasear, bien a pie, bien en barco, por el Paseo de Colón y Torneo al atardecer, cuando el sol del ocaso tiñe de rosa los monumentos que se alzan sobre las terrazas y tejados de la ciudad que se asoma al eterno Guadalquivir, el rio de Andalucía, que fue Betis para los fenicios, Tartesos para los griegos y Río Grande (al-wadi al-Kibir )  para los árabes nombre del que deriva el actual.

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